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Etiqueta: microcuento

¡PAAAMMM!

¡PAAAMMM!

Oí el crujir de la puerta lo que significó que se estaba abriendo. Le pedí repetidas veces a mi padre que lo arreglara pero él decía que así tendría una alarma si alguien entraba a mi cuarto. Y así fue. Pude ver el arma, me apuntaba. Disparó. ¡Paaammm! Me desperté temblando, empapado en sudor y con taquicardias. La angustia me superaba y mi respiración estaba muy lejos de ser normal. No había sangre, no había dolor pero si una presión…

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A SOLAS

A SOLAS

Sola. Así se encontró al despertar en el vagón, cuando todavía tenía los ojos casi pegados por la siesta tan profunda que se había regalado. A través del cristal solo podía ver la calma menos habitual de una estación de tren. Nada. No había ruidos de otros ferrocarriles, ni trasiego de maletas, ni pasajeros, ni azafatas ofreciéndote un refresco o algo de comer. La nada más absoluta. Y ella. — ¿Qué clase de broma es esta? —pensó Lorena. Por la…

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HAMBRE

HAMBRE

Me pesa el cuerpo. Necesito comer. No encuentro ningún humano disponible. Tampoco encuentro a nadie de mi especie. Estoy solo. No sé de qué alimentarme. Vago por la ciudad desierta. Necesito sobrevivir. Unirme a la manada. Juntos somos más fuertes. Oigo voces. Gritos. Intento llegar allí. Ando pero no avanzo. Me arrastro. Allí hay comida. Huele. Tengo hambre. Ahora si. Casi los veo. Son unos cinco. Andan muy rápido. No tengo miedo. Avanzo hacia ellos. Tienen armas. Yo dientes. Me…

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AMENAZADA

AMENAZADA

Con aquel filo plateado cerca de mi cuello solo pude corroborar todo lo que había escuchado sobre aquel instituto. No eran leyendas urbanas, ni historias exageradas. Si entras allí, reza por salir con vida y, ruega más, por acabar el curso. Fui muy atrevida al aceptar aquella plaza y muchos tendrían que haberla rechazado para que yo, la seiscientos veintitrés en la lista de interinidad, recibiera la llamada. No podía rechazarla y, en el fondo, mi orgullo tampoco quería. —…

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MI NUEVO YO

MI NUEVO YO

Una hora en el tren donde estuve dándole vueltas a las palabras que pronunció el doctor con su tono aséptico, impasible, inexpresivo. Tan frío como la sala de espera donde tantas veces esperé esta cita. Se había acabado. Ya no habría más revisiones, ni más analíticas, ni incertidumbre, ni recelo. Era libre. — Estás curado. Esta es tu última revisión. Así salí de aquella sala. Perturbado por todo lo que iba a pasar a partir de ese momento. Volvería a recuperar…

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AUTORREGALO

AUTORREGALO

Despertador. Desayunar. Revisar el periódico. Recoger la casa. Conducir. Cuarenta minutos de trayecto, en un buen día. Aparcar. Llegar. Saludar. Trabajar. Salir. Otros cuarenta minutos de vuelta, con suerte. Gimnasio. Ducha. Cena con alguna serie. Dormir. En bucle. La rutina se hacía más pesada, día tras día. Cada mañana le costaba más levantarse. Desayunaba con prisa y conducía malhumorada. Mucho más si había tráfico. Peor aún si no había aparcamiento. Apenas saludaba a los compañeros al llegar. Cuánto antes empezara,…

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COBARDE

COBARDE

Había llegado el día de la entrega y seguía temblando como cuando te presentas al examen más importante de tu vida. Las múltiples llamadas de su editora, los mensajes, los emails para recordarle que llegaba demasiados minutos tarde no la estaban ayudando con el ataque de pánico que estaba intentando controlar. Entre mantener la calma y pensar una excusa útil al hecho de que se retrasaba en la entrega se le escapaban los minutos cual reloj de arena goteando despacio….

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COARTADA

COARTADA

Descansaba durante el día para estar fresco y cometer el atentado semanal. A pesar de que siempre dejaba una pista, y volvía al lugar del crimen, cumpliendo con el ritual y aumentando el morbo, todavía no habían conseguido relacionar los casos y estaba seguro de que la policía no tenía ni el más remoto indicio de su culpabilidad. ¿Quién iba a pensar que el cura del pueblo iba a ser capaz de tales atrocidades? Era el camuflaje perfecto. La coartada…

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VIDA

VIDA

Cuando hacía unos años, en la semana treinta, fueron los tres a la revisión rutinaria y salieron al día siguiente siendo solo dos, supieron que habían cambiado para siempre. Elena, abatida y silenciosa, arrastraba lo que quedaba de ella hasta el coche queriendo sentir todavía dentro de su útero el hormigueo del bebé. Gonzalo, consternado y reflexivo, solo podía deshacerse en atenciones hacia su mujer para que se sintiera cuidada. No podían hablar porque cualquier palabra desataría la tormenta del…

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DESVELADOS

DESVELADOS

No quiso hacer ruido al entrar a la habitación, pero un mal paso hizo que, para evitar caerse, se agarrara justo a su pie que rozaba el borde de la cama. — Perdón, cariño. ¿Te he despertado, no? —  dijo Susana casi susurrando —. Lo siento, mi vida. Duerme. Julián, refunfuñando, encogió los pies y se dio media vuelta dejándole más cama que manta. Susana no sabía cómo moverse para no volver a provocar otro despertar, aunque estaba segura que…

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