DESVELADOS

DESVELADOS

No quiso hacer ruido al entrar a la habitación, pero un mal paso hizo que, para evitar caerse, se agarrara justo a su pie que rozaba el borde de la cama.

— Perdón, cariño. ¿Te he despertado, no? —  dijo Susana casi susurrando —. Lo siento, mi vida. Duerme.

Julián, refunfuñando, encogió los pies y se dio media vuelta dejándole más cama que manta. Susana no sabía cómo moverse para no volver a provocar otro despertar, aunque estaba segura que él no estaba todavía dormido porque su respiración no era profunda y sosegada.

Se colocó en el borde de la cama y, en un amago de ganarse la reconciliación, se acurrucó abrazándole por detrás, en modo cucharita, cuando con el roce notó que él estaba más despierto de lo que ella imaginaba.

— Mi vida, ¿estás despierto? —  volvió a susurrar ella.

— ¿Tú que crees? — masculló Julián.

Viendo que la situación no iba a mejorar con su voz pensó que quizás, si le hacía cosquillas en la espalda, se podría relajar y volver al sueño, así que comenzó a dibujar letras por debajo de su pijama.  Con el índice repasaba cada una de ellas. Una P, una E, la R y luego la D…

— Cariño, ¿Qué haces? —  musitó el —. No tienes que pedirme perdón. Estaba entrando en lo profundo del sueño y me has roto el momento. No pasa nada. Seguro que me duermo enseguida con el cosquilleo.

Pudo ser el cambio repentino de su actitud o bien la forma tan calmada de susurrarle, pero supo que en la próxima hora ninguno de los dos iba a dormir. El abrazo se hizo más intenso y su mano comenzó a pasear por las caderas, hasta llegar al ombligo, donde todas las noches refugiaba su dedo índice antes de dormir. Se acercó para susurrarle un te quiero mientras le daba un pequeño mordisco en la oreja. El respingo de él confirmo su sospecha y aprovechó la ocasión para acercar sus senos, cada vez más firmes, a su espalda.

Media vuelta de él. Beso en el cuello de ella. Caricias de norte a sur. Manos que se perdían entre pijamas molestos. Pies que se buscaban en la suavidad de las sábanas. Órgano tenso y erguido que tantea el refugio donde ampararse. Guarida cálida y regada. Movimientos acompasados. Respiración entrecortada. Gemidos ahogados.

— Cariño, me puedes despertar siempre que quieras —  bisbiseó Julián con una media sonrisa en los labios.

Si te gusta, comparte

2 comentarios en «DESVELADOS»

  1. Ohhh cambio de registro bien recibido,👏👏👏 me encanta este giro que has tomado, de vez en cuando no viene mal un poco de intensidad!!! Molaaaa sigue así…

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *