ATREVIMIENTO
Érase una vez un secreto, una fantasía que comenzó con una pequeña sonrisa y unos hoyuelos cautivadores fruto de la amabilidad del chico al otro lado del mostrador. Metro setenta de perdición que la fueron cautivando en cada encuentro, en cada «buenos días» al entrar, en el «hasta mañana» al salir. Pudo ser que cada día le costaba más salir de la cama con el repiqueteo del despertador, que no conseguía motivación para empezar un nuevo día. Emprendía actividades, que…