LA BATALLA

LA BATALLA

Aferrarse a la vida era la única opción. Y lo sabía. Se sentía  miserable pero, a pesar de ello, luchó tanto que perdió uñas y dientes en el camino. Se dejó la voz, se dejó las fuerzas pero se negaba a dejarse las ganas. Esas con las que subía a la cuarta planta dispuesta a recibir una nueva dosis, una oportunidad. El regalo de un día más. Pero no siempre es suficiente y el destino ganó la batalla. Su cruzada acabó tres años después del diagnóstico cuando la muerte le llegó sencillamente, como llega la noche cuando se marcha el día.


Disparador creativo: Microrrelatosies

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