POR UN MOMENTO

POR UN MOMENTO

MIRADAS

Una nueva noche, una nueva oportunidad. Otra vez está aquí con su grupo de amigas. Hoy estoy decidido a dar un paso más. Necesito avanzar en esta lucha de miradas que mantenemos desde hace días. Ya no puedo soportarlo más.

¡Me ha pillado!

Seguro ya sabe que me tiene absorto y que me hipnotiza con cada contoneo. La forma tan graciosa de tontear con su pelo, enroscándolo entre los dedos, estirando y soltándolo en un movimiento armónico que me hechiza. Perfectamente despeinada. Su mirada juguetona de quien sí, pero no; los ojos afirmando que, si me atrevo, gano; y esa sonrisa picarona que me dedica a cada momento. ¡Ay, los labios! Carnosos, rojizos, mi alimento. Los quiero saborear. Solo de imaginarlo, ya me enciendo.

¡Otra vez!

Se ha girado y me ha descubierto. Y en ese sutil movimiento he tropezado con unos lunares nuevos en su cuello. Invitándome a descubrir los que no se ven. Cada vez estoy más cerca. Ya casi la huelo. Disimulo con torpeza para escuchar lo que dice y, en un empujón fortuito, he podido tocar su brazo. Esa piel con la que sueño.

¡Me mira!

Provocadora. Se ha puesto delante. Ya no aparta la mirada. Ahora ya no me esquiva. Me llama con cada pestañeo, pero mis piernas no me dejan. Y sudo tanto como tiemblo, que los calores de julio no ayudan en estos incendios. En un arrebato de valentía me acerco.

PALABRAS

Con timidez me presento. Charlamos de todo y nada y con su voz, me prendo. Me engancho y me quemo. En la melodiosa caricia de sus palabras me pierdo. Y mi cabeza viaja soñando con un te quiero. Solo yo sé lo que deseo. Que su boca se me acerque, que sus labios sean fuego, que apague con mi saliva. Que lleguemos al silencio.

Convertir cada palabra en suspiros y gemidos. Sentir con cada beso que te dejo sin aliento. Susurrarte mis deseos y llevarlos al presente. Insinuarte mi apetito más sincero.

Ya casi no atiendo a razones y no escucho lo que dice, solo miro sus labios moverse y siento que vuelo. Viajamos agarrados donde nadie puede vernos. Con las manos bien unidas, sintiendo de cerca tu cuerpo. Suave y firme como acero.

En el barullo del entorno para escucharte me acerco y de repente, me agarras como imaginaba en sueños. La cabeza va volando y por otro lado mi cuerpo, que no sabe lo que hace y se incendia con tu gesto. Ahora tú eres la dueña y yo solo te obedezco. Me arrastras con tu sonrisa donde nadie puede vernos. A tus pies estoy, preciosa, a tus servicios dispuesto.

Alejados del gentío, con la música como eco, me dejé llevar adonde tus piernas quisieron.

BAILE

Ya no hay miedo. No tenemos ojos externos. Aquí nos miramos de cerca y sin pensarlo te beso. Tú te apartas, temerosa y yo con recelo me apeno. Tú me abrazas con firmeza y mi sexo hace un gesto. Se espabila, se despierta, se aviva con el movimiento.

Nos mecemos al compás de la música del pueblo. Abrazados, muy unidos. Te siento y me abandono acomodado en tu pecho. Terso, firme, tan bien puesto. Inhalo cada momento y tu fragancia me envuelve y acompaña en el roce del meneo. Lento y suave. Fuerte e intenso. Vas cambiando los ritmos y yo solo me dejo.

De repente, tú me aprietas y me estrujas contra tu cuerpo. Tus manos curiosas buscan lento mi pecho y con tus uñas arañas cada rincón que vas descubriendo. Las cosquillas me estremecen y, sin control, me revuelvo. No sé si hacer lo mismo y fisgonear por tus senos.

Levanto tu camisa esperando tu asentimiento. Llega con tu mirada de fuego. Ardo en deseos de besarte de nuevo, muero por momentos en cada toqueteo y con el sudor de mis manos mancho tu espalda, humedezco tus pechos.

La música suena lejos. Y ahora solo escucho tus suspiros, tus jadeos. Se acabaron los miramientos. Ha llegado el momento.

HUIDA

De la mano escapamos a un lugar más tranquilo, asegurando que estamos tan solos como queremos. Ahora soy yo quien toma las riendas del momento. Correteamos risueños y en un atisbo veo un desvío tan perfecto que nos lleva al riachuelo.

Es allí donde me siento y te invito con un guiño, tu aceptas mi atrevimiento. Muy cerca nos tumbamos y nos quitamos la vergüenza, mutuamente, mientras las manos buscan otras partes, otros senderos. Yo te levanto la falda, tu jugueteas con mi fajín. Y es entonces cuando sabemos lo lejos que llegaremos.

Por un momento he pensado que todo esto era un sueño, pero cuando te sentí tan cerca y tan adentro, supe que la realidad sobrepasaba mis anhelos.

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