EL ABOGADO
Anton Chigurh era imponente. Alto, fuerte, serio. Muy serio. Además, era impasible e insensible. Lo demostró en el relato de cada uno de sus asesinatos cuando, en la cárcel de máxima seguridad, la ADX Florence en Colorado, el abogado John Donovan se encontró con él. No gesticuló y apenas pestañeó en la hora y media que estuvieron reunidos. Miraba tan fijamente a los ojos que conseguía desconcertar a todos y su serenidad al hablar hipnotizaba como lo podía hacer Jeff…