LA PROTAGONISTA

LA PROTAGONISTA

Foto de Bich Tran 

Levantó la mirada, dejó de escribir. ¿Un crujido? ¿Era eso lo que había escuchado? Estaba segura de haber cerrado bien las compuertas antes de bajar. Más le valía. 

¡Te veo! ¡Te siento! ¡Te tengo! — recordó.

Sus gruesas y temblorosas manos agarraron el móvil. Su corazón retumbaba en sus pechos turgentes y su tez, siempre blanquecina, ahora palideció cual anémica. Ensortijó la melena mientras dudaba si era mejor moverse o ser estatua.

¿Había activado la alarma? De eso no estaba tan segura. Tan solo hacía veinticuatro horas que la tenía y no tenía la certeza de haberlo hecho bien. Los últimos acontecimientos bien merecían una buena alarma. 

¡Te veo! ¡Te siento! ¡Te tengo! — de nuevo martilleaba su cabeza. 

El primer mensaje lo sintió como una broma callejera cuando lo arrancó del parabrisas del coche. El segundo, unos días después, le alertó mucho porque no podía ser que esa broma llegara hasta su oficina. El último fue decisivo porque, quien fuera, sabía dónde vivía.  

Ahora sabía que ese sótano era una puta ratonera. Demasiado tarde. ¿Cómo no lo había visto antes? ¿Por qué no se había mudado a casa de sus padres temporalmente?  Su independencia siempre por delante. Fruto de ello, ahora no podía contar con nadie. No tenía duda. Hasta la policía había minimizado y ridiculizado la denuncia que había intentado poner cuarenta y ocho horas antes. 

— ¿De verdad quieres denunciar a un invisible que no ha hecho nada? — dijo socarrón. 

— ¡Aún! — contestó rotundamente dando un portazo al salir de aquel cuartucho maloliente. 

De nuevo el crujido. Más cerca. Demasiado. Tenía que hacer algo. ¿A quién podía recurrir? No podía pensar con claridad. De su garganta carrasposa salió un ¡Hola! Incluso ella se asustó al oírse. 

Conocía de sobra lo que iba a ocurrir. Había escrito tantas novelas sobre asesinos en serie, crímenes perfectos, persecuciones imposibles que sabía lo que le esperaba. Le tocaba entrar en acción. Ahora la protagonista de la historia era ella. 

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