LA SILLA
Allí te esperaba cada noche mientras me mentías. Tan incómoda como la situación de tener que fingir que no sabía a qué te dedicabas en las horas «muertas», tan vieja como me hacías sentir a mí cada vez que descubría una nueva amante, otra aventura.
Para ti, la silla, simplemente ha sido un tiesto más, como yo. Un adorno que mueves de un lado al otro, al que no le haces aprecio ni le tienes estima. Un asiento, sin más, donde dejar la chaqueta, donde pasas el rato y ni lo aprecias.
En la silla siempre cabe uno. Como en nuestra relación.