VIDA
Cuando hacía unos años, en la semana treinta, fueron los tres a la revisión rutinaria y salieron al día siguiente siendo solo dos, supieron que habían cambiado para siempre. Elena, abatida y silenciosa, arrastraba lo que quedaba de ella hasta el coche queriendo sentir todavía dentro de su útero el hormigueo del bebé. Gonzalo, consternado y reflexivo, solo podía deshacerse en atenciones hacia su mujer para que se sintiera cuidada. No podían hablar porque cualquier palabra desataría la tormenta del dolor silencioso, punzante y agudo, que acarreaban.
La vida no fue la misma. Con la fecha marcada en su memoria, intentaron seguir adelante con la normalidad que se exige. Ninguno de sus conocidos se atrevían a hablarles del bebé. Apenas recibían preguntas incómodas de los más cercanos y, cuando algún desconocido se atrevía a cuestionar el crecimiento de su familia, recibía por respuesta una mirada penetrante que gritaba sin palabras: «No te metas en mis asuntos».
Tres años después llegó el positivo. No sabían cómo gestionarlo porque nadie les enseñó y el miedo les superaba. Lo ocultaron hasta que el vientre de ella habló por si solo y sufrieron cada una de las revisiones temiendo recibir, de nuevo, la peor de las noticias. Esa noticia nunca llegó. Los meses avanzaban y la vida crecía en su interior. Sin saber el sexo del bebé, para intentar mantener distancia, sin posibilidad de nombres y sin los preparativos normativos, Zoé llegó al mundo.
Dicen que los embarazos duran nueve meses, pero el suyo duró mucho más de lo que hubiera deseado. Zoé no era una hija única, era un dos en uno. Una reconciliación con la vida y una confirmación de que las cosas pueden, a veces, salir bien.
2 comentarios en «VIDA»
Que lindo este…y que duro…
Me tienes enganchada 😉
Ufff remueves recuerdos, recuerdos de hace años… Momentos duros,casi olvidados. Bonito relato, intenso y profundo. Enamorada de tus letras!!!