PERDIDO
Un sonido estridente le despertó. Abrió los ojos con fiereza y comprobó que solo había árboles. Árboles frondosos y pájaros cantando alegremente. Apenas podía respirar. En cada inspiración sentía un pinchazo profundo de dolor en las costillas. No solo le dolía el pecho, también las manos, la espalda, las piernas. Todo su cuerpo estaba dolorido. ¿Por qué? Lo último que recordaba era ver un paisaje paradisíaco a través de la ventanilla. Una de esas playas donde desearía estar cada…