CLIMACOFOBIA
Sin saber por qué su vida cada día se hacía un poco más cuesta arriba. No le apetecía salir de casa, intentaba hacer todo en línea – por suerte, le había tocado vivir una buena época para ello – y, cuánto más crecían sus miedos, menos relaciones sociales presenciales tenía.
Las sesiones con su psicóloga aumentaron su frecuencia, pero cada vez tenía una nueva excusa para no hacerla de forma presencial. La primera vez fue fácil, el coche que se le había roto; la segunda, mintió contando que había llegado tarde del trabajo y no le daba tiempo a desplazarse hasta allí; la tercera se fue complicando, pero también salió airosa de ella. A la cuarta ya la psicóloga dio por hecho que sería a través de la pantalla y no necesitó más excusas.
Así la terapeuta, en cada sesión, se inclinaba más a indagar sobre su posible agorafobia, pero sospechaba que había algo más que Elena no verbalizaba. Necesitaba saber más para poder ayudarla y decidió dar un salto en el tiempo y remontarse a la infancia, de donde surgen tantos traumas.
Y así fue como Elena le contó una anécdota sin importancia en la que tropezaba con una escalera y se hacía una pequeña brecha en la cabeza. De hecho podía ver, gracias a la cámara, cómo se rascaba la cicatriz con cierto nerviosismo. Quiso encontrar la razón con las palabras finales de la sesión.
— Siento decirte que no puedo atenderte más de forma telemática. Perdemos intensidad, cercanía y confianza —comenzó a decir la terapeuta—. Para poder organizar una próxima visita es obligatorio que vengas. Te esperaré en el portal y, de la mano, subiremos las escaleras a las que tanto temes. No habrá tiempo estipulado, tendremos todo el que necesites y estaré contigo para dar ese paso.
— Gracias, doctora pero para llegar a tu consulta primero tengo que conseguir salir de mi casa y bajar los 20 escalones que me separan de la vida normal. Podremos concretar esa nueva visita, si hacemos la terapia en mi casa y, de la mano, consigo bajar el primer escalón, como no hago desde hace semanas. He descubierto lo que siento. Climacofobia. ¿Por qué soy tan rara?
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