AMENAZADA
Con aquel filo plateado cerca de mi cuello solo pude corroborar todo lo que había escuchado sobre aquel instituto. No eran leyendas urbanas, ni historias exageradas. Si entras allí, reza por salir con vida y, ruega más, por acabar el curso.
Fui muy atrevida al aceptar aquella plaza y muchos tendrían que haberla rechazado para que yo, la seiscientos veintitrés en la lista de interinidad, recibiera la llamada. No podía rechazarla y, en el fondo, mi orgullo tampoco quería.
— ¿Quién dijo miedo? —pensé.
Pues si, miedo sentí aquella tarde cuando vi que el resto de profesores iban, poco a poco, recogiendo sus cosas y saliendo siempre en pequeños grupos. También lo sentí cuando tuve una necesidad imperiosa de ir al baño pero pensé que ya no deberían quedar alumnos y, dentro del instituto, estaría en zona segura. ¡Error!
El pasillo vacío, solo algún ruido de las limpiadoras moviendo mesas y sillas en la planta superior. Zona despejada. Me pareció ver a alguien correr al fondo pero estaba segura de que la imaginación me estaba jugando una mala pasada. Llegué al baño con las manos marcadas por los bordes de mi móvil que apretaba con firmeza. Abrí la puerta. Nada. Entré al baño. ¡Pum!
Me aprisionó contra la pared antes de que yo pudiera cerrar la puerta. Susurró al oído una frase que no consigo olvidar. Asentí sin dudar. Separó el filo del cuchillo del cuello. Guiñó el ojo y desapareció. ¡Pum! La puerta se cerró.
Siempre pensé que yo podría con ellos porque era solo un grupo de adolescentes pero, una amenaza, da un miedo atroz cuando en el reflejo del cuchillo ves tu cara de horror y el odio en su sonrisa. Nunca podré volver a ejercer. El miedo ganó a mi vocación.
**Relato escrito para Reto de escritura Ludus