¡PAAAMMM!

¡PAAAMMM!

Oí el crujir de la puerta lo que significó que se estaba abriendo. Le pedí repetidas veces a mi padre que lo arreglara pero él decía que así tendría una alarma si alguien entraba a mi cuarto. Y así fue. Pude ver el arma, me apuntaba. Disparó. ¡Paaammm!

Me desperté temblando, empapado en sudor y con taquicardias. La angustia me superaba y mi respiración estaba muy lejos de ser normal. No había sangre, no había dolor pero si una presión en el pecho que pensé era la consecuencia de aquel zumbido. Todo fue un sueño. Mas bien una pesadilla.

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