CON TU NOMBRE
Debían ser las nueve de la noche cuando Emma se quedó, por fin, sola en la sala. Ya habían pasado decenas de familiares y amigos para darle el último adiós a su madre. El vaivén de gente entrando y saliendo, saludando y despidiendo, no le habían dejado un momento para vivir el proceso.
El hecho de que su madre iba a fallecer lo tenía más que asumido. Sabía que era una cuestión de tiempo y, desde que tomaron la decisión, ambas lo vivieron como los días mas importantes de su vida. Mati quería ir en paz y Emma hizo todo lo posible para ayudarla a ello.
Las mañanas las pasaban paseando hasta que Mati decía basta, cerrando asuntos pendientes y organizando la vida sin ella. Las tardes eran menos intensas, de charlas en casa con un té distinto cada día porque, uno de sus deseos, era irse con el mayor número de sabores de tés probado. Los últimos deseos son caprichosos y arbitrarios.
La tarde antes del ingreso en el hospital era la que quería recordar de por vida y la que necesitaba en ese momento. Aquella fue su última tarde a solas.
— Mi vida, creo que has sido muy feliz todos estos años. He intentado siempre que tengas todo lo necesario para que, ahora, por ti misma puedas salir adelante — comenzó Mati — Ser madre soltera no ha sido nada fácil, como sabes, pero la verdad es que estoy tan orgullosa de ti como de mi. Lo hemos hecho bien. Somos un gran equipo.
— Si, mamá. Tienes razón. Somos un gran equipo — añadió Emma —. Has sido una madre fabulosa y sé que estoy preparada para afrontar la vida contigo desde el otro lado. Estarás conmigo sin estar. Ahora lo único que deseo es que seas feliz, darte todo lo que necesitas como has hecho conmigo toda mi vida, que vivas lo que te queda con la sonrisa en la cara y con nuestras manos unidas. No deseo más.
— Así será, cariño. Estaremos juntas hasta que llegue el momento. Mañana será el ingreso y supongo que para el miércoles todo se habrá acabado. ¿Estás preparada? ¿Quieres que lo aplacemos? Por ti, lo hago.
— Mamá, es tu momento. Todo va a estar bien aquí. Si tienes dudas, lo paramos. Si estás arrepentida, estamos a tiempo. Si lo tienes claro, voy a estar contigo. No debes tener miedo porque sabes que ninguna de las dos va a sufrir. Estamos juntas en esto. Somos un gran equipo.
La conversación continuó entre anécdotas, recuerdos e historias que Emma quería grabar en su cabeza y no olvidar nunca. Incluso pensó en grabar un vídeo para poder verlo en el futuro pero eso habría quitado toda la magia y encanto de lo que esa tarde vivieron.
Ahora, que ya ella era recuerdo, en la frialdad del sillón y el silencio del tanatorio sabía que seguiría sus pasos. Lo primero sería ponerse su nombre.