CAFÉ
Podría parecer un simple café, pero no.
Es la perfecta conjunción de agua, café soluble y azúcar mezclado con el mimo y cariño que solo un padre puede poner. Fuerte y dulzón, con el toque de calor exacto para que no te lo puedas tomar corriendo, sino esperar paciente a que alcance la temperatura idónea.
Testeando cada pocos minutos si el calor del vaso es el mismo que el del pucherete interior y cuando llega el primer sorbo compruebas que solo él lo sabe hacer como a ti te gusta, que ni tú consigues ese punto puro y propio del café recién hecho.
Moca instantánea que me lleva a aquellos primeros buches robados a los mayores cuando la edad prohibía beber cosas de mayores.