PESADILLA
Hay personas que no recuerdan los sueños y yo suelo ser una de ellas, pero hay sueños que te marcan y aunque hayan pasado 30 años nunca lo podré olvidar.
Fue un día cualquiera: cole, almuerzo, deberes, juego, baño, cena y… A dormir. Aquella noche recuerdo caer rendida, agotada de tanto quehacer y el sueño no me ayudó a recuperar energía. Fue tan real que estuve días dudando si realmente había pasado y estaba muerta o no. Sentir que entran en tu habitación, que se plantan delante de ti, que te encañonan y que sabes que te van a disparar. Y lo hacen. No duele, es instantáneo. Fundido a negro y adiós.
Tras sentir como me atravesó la bala, no lloré. Me toque el pecho y noté sangre. ¿Había muerto? No podía respirar, no podía gritar ni moverme. No veía y no oía. Es lo mismo que estar muerto.
Todavía a veces dudo si realmente sobreviví a aquel sueño.
Participación de la semana de escritura de @microrrelatosies